domingo, 24 de octubre de 2010

De las moscas del mercado

Lo que reconocemos en un hombre, eso lo hacemos arder también en él.Por eso ¡cuídate de los pequeños! Ante ti se sienten pequeños, y su bajeza arde y se pone al rojo vivo contra ti en invisible venganza.¿No has notado cómo solían enmudecer cuando te acercabas a ellos y cómo su fuerza los abandonaba, cual humo de fuego que se extingue? Si, amigo mio, para tus prójimos eres la conciencia malvada: pues son indignos de ti. Por eso te odian y quisieran chuparte la sangre. Tus prójimos serán siempre moscas venenosas; lo que en ti es grande, eso justamente debe hacerlos más venenosos y siempre más parecidos a moscas. Huye, amigo mío, a tu soledad, allí donde sopla un viento áspero, fuerte. No es tu destino ser espantamoscas.
Así habló Zaratustra.

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